Sunday, March 25, 2012

Ejercicio 6. La almohada



No te voy a decir mentiras mi querido amigo Horacio, cada que cierro los ojos pienso en él y en cada momento de ocio que tengo, lo recuerdo.
Nunca he podido entender como la vida siendo algo tan importante pueda ser tan frágil.

También te tengo que confesar que desde que se fue, es como si mi chispa creativa se hubiese ido a la mierda, como si yo mismo me hubiera ido a la mierda, ya pocas cosas me importan, no se me ocurre nada, no tengo nada para decir ni nada nuevo para crear.

Él era algo así como lo que Simona Vespucci era para Boticelli, mi musa de la inspiración, y lo extraño tanto.

He descubierto una fascinación por el sueño, porque es ese lugar donde siempre lo veo. Siempre que entro en ese mundo que tiene como entrada mi almohada mi semblante cambia, dejo de estar triste, estando allí, le hablo, lo acaricio, lo beso, y unas ganas de congelar el tiempo y quedarme viviendo allí para siempre pasan por mi mente, definitivamente no hay nada como compartir con alguien que has aprendido a querer tanto.

Ayer pasé por el lugar donde lo vi por última vez con vida, y varias lágrimas rodaron por mi mejilla.

No te digo mentiras cuando te confieso que han pasado tres meses y no he dejado de extrañarlo, que cada que lo recuerdo siento que me duele en el corazón, un sentimiento de nostalgia me invade porque hecho de menos a mi mejor amigo, a mi amigo chocolate, a mi gran perro.

No comments:

Post a Comment